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Un día como hoy, en 2002, falleció Joaquín Balaguer, figura central de la política dominicana del siglo XX. Su muerte, ocurrida en la madrugada en la clínica Abreu de Santo Domingo, marcó el cierre de una era que se extendió por más de siete décadas de participación activa en la vida pública. Balaguer tenía 95 años y, pese a su avanzada edad y ceguera, aún era líder de su partido y mantenía influencia en los círculos políticos nacionales.

Durante sus múltiples mandatos presidenciales —que sumaron 22 años entre 1960 y 1996— Balaguer dejó una huella profunda en la infraestructura del país, con obras como el Teatro Nacional, el Jardín Botánico, el Faro a Colón y numerosas presas y carreteras. Su estilo de gobierno, sin embargo, también estuvo marcado por denuncias de represión, clientelismo y cuestionamientos a la legitimidad electoral, especialmente en los comicios de 1990 y 1994.

Balaguer fue testigo y protagonista de momentos clave: desde su rol como colaborador del régimen de Trujillo hasta su participación en el Consejo de Estado tras el ajusticiamiento del dictador. Su figura, compleja y contradictoria, ha sido objeto de análisis tanto por sus aportes como por sus silencios ante episodios oscuros de la historia nacional.

Hoy, al recordarlo, surgen preguntas que siguen vigentes:
🔹 ¿Cómo se construye la memoria de un líder que fue amado y temido a partes iguales?
🔹 ¿Qué enseñanzas deja su longeva carrera política en un país que aún debate los límites entre poder y democracia?

La muerte de Balaguer coincidió con el aniversario de la Toma de la Bastilla, un símbolo de revolución y ruptura con el absolutismo. ¿Casualidad histórica o ironía del destino para quien fue considerado por algunos como “padre de la democracia” y por otros como heredero del autoritarismo?

A 23 años de su partida, Joaquín Balaguer sigue siendo una figura que divide opiniones, pero también una referencia obligada para entender la evolución política de República Dominicana. Su legado, como su vida, exige ser revisado con mirada crítica, sin mitos ni silencios.

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