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Por Redacción La Hora del Sur
La República Dominicana atraviesa un momento de reacomodo político marcado por gestos simbólicos, advertencias institucionales y silencios estratégicos. A menos de tres años de las elecciones presidenciales de 2028, los principales actores del escenario nacional comienzan a mover sus fichas, mientras el gobierno insiste en mantener el foco en la gestión pública. En este contexto, el retorno de Gonzalo Castillo al ruedo político por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), las advertencias del presidente Luis Abinader a los aspirantes presidenciales del Partido Revolucionario Moderno (PRM), y el silencio prolongado de Leonel Fernández, líder de la Fuerza del Pueblo, configuran un panorama complejo que merece ser analizado con detenimiento.
El regreso de Gonzalo Castillo: ¿resurgimiento o estrategia de contención?
El exministro de Obras Públicas y excandidato presidencial del PLD reapareció públicamente el 9 de julio con un mensaje de unidad partidaria que ha sido interpretado por diversos sectores como una señal de reposicionamiento político. Aunque no ha confirmado aspiraciones para 2028, su gesto ha generado especulaciones sobre una posible candidatura, especialmente en medio de tensiones internas en el PLD tras la reciente sentencia que prohíbe adelantar procesos de selección presidencial.
Castillo, quien enfrenta procesos judiciales por presunta corrupción, había mantenido un perfil bajo desde su derrota electoral en 2020. Su reaparición, acompañada de símbolos partidarios, ha sido vista por algunos analistas como una jugada estratégica para frenar el ascenso de otros liderazgos internos.
¿Es este retorno una señal de renovación dentro del PLD o una maniobra para preservar viejas estructuras? ¿Qué impacto tendrá en la cohesión partidaria?
Abinader y el PRM: gobernar sin distracciones
En paralelo, el presidente Luis Abinader trazó una línea clara frente a los movimientos anticipados dentro del PRM. En un mensaje publicado el mismo día, advirtió que ningún funcionario público puede realizar actos proselitistas desde sus cargos, y que quien desee aspirar deberá renunciar. La declaración fue respaldada por varias figuras del oficialismo, consideradas por muchos como potenciales sucesores.
La advertencia presidencial busca preservar la institucionalidad y evitar que la gestión gubernamental se vea contaminada por intereses personales. Sin embargo, también revela la presión interna por definir liderazgos futuros, en un partido que aún no ha establecido protocolos claros para la sucesión.
¿Podrá el PRM mantener la disciplina sin sofocar el debate democrático? ¿Cómo se equilibran las aspiraciones legítimas con la responsabilidad institucional?
El silencio de Leonel Fernández: ¿estrategia o desconexión?
En contraste con los movimientos del PLD y el PRM, Leonel Fernández ha optado por el silencio. Líder de la Fuerza del Pueblo, y figura clave en la política dominicana, no ha emitido declaraciones recientes sobre temas de alto impacto.
Este mutismo ha sido interpretado por algunos como prudencia estratégica, mientras otros lo consideran una desconexión preocupante frente a los desafíos actuales. Históricamente, Fernández ha apelado a la discreción como forma de respuesta política, confiando en que sus acciones hablarán por sí solas. Sin embargo, en un contexto de polarización y reconfiguración, su ausencia del debate público podría debilitar su posicionamiento.
¿Está esperando el momento oportuno para reaparecer? ¿O su silencio refleja una pérdida de influencia frente a nuevos actores políticos?
Un tablero en movimiento
La política dominicana se encuentra en una fase de transición donde los gestos, las advertencias y los silencios configuran narrativas que van más allá de lo explícito. El retorno de Gonzalo Castillo, las advertencias de Abinader y el silencio de Fernández no son hechos aislados, sino piezas de un rompecabezas que aún se está armando.
En este escenario, la ciudadanía tiene el reto de observar con atención, exigir transparencia y participar activamente en la construcción de un futuro político que no se defina solo por intereses partidarios, sino por el compromiso con el bien común.

¿Estamos ante una renovación real de liderazgos o una repetición de estrategias conocidas?