#LaHoraInternacional
Este martes, la historia política de Japón dio un giro simbólico y estructural: Sanae Takaichi, figura conservadora del Partido Liberal Democrático (PLD), fue elegida como la primera mujer en ocupar el cargo de Primera Ministra. Su ascenso no solo marca un hito en la representación femenina dentro de una cultura política tradicionalmente masculina, sino que también reconfigura el imaginario de liderazgo en Asia.
En un país donde la participación política de las mujeres ha sido limitada por normas sociales y estructuras partidarias rígidas, el nombramiento de Takaichi representa una ruptura con décadas de exclusión. No se trata solo de una victoria personal, sino de una señal institucional de que los sistemas pueden transformarse desde adentro, incluso en contextos conservadores.

Para República Dominicana, este acontecimiento invita a reflexionar sobre nuestras propias barreras de género en la política. ¿Cuántas mujeres lideran ministerios clave? ¿Cuántas voces femeninas influyen en decisiones presupuestarias, migratorias o territoriales? El ejemplo japonés no es una receta, pero sí un espejo: nos recuerda que el cambio es posible cuando se combina trayectoria, convicción y oportunidad.
Takaichi no llega sola: llega con el peso de una historia que la precede y con la expectativa de millones que ven en su liderazgo una posibilidad de renovación. Su nombramiento es también un llamado a los medios, a las instituciones educativas y a los partidos políticos: visibilizar, formar y empoderar a las mujeres no es una moda, es una urgencia democrática.