#LaHoraDeLaReflexión
En cada aula, en cada hogar, en cada rincón de nuestra sociedad, hay niños que callan. No porque no tengan nada que decir, sino porque han aprendido que sus palabras no son escuchadas, que sus emociones incomodan, que su dolor se minimiza. Ese silencio, muchas veces interpretado como timidez o rebeldía, es en realidad un grito urgente que nos interpela como país.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que uno de cada siete adolescentes entre 10 y 19 años vive con una condición de salud mental. UNICEF, por su parte, revela cifras estremecedoras: el 76 % de las adolescentes dominicanas ha sido víctima de algún tipo de violencia, y más de la mitad ha sufrido violencia sexual. Estos datos no son estadísticas lejanas. Son rostros, historias, heridas abiertas en nuestra infancia colectiva.
En el Hospital Pediátrico Hugo Mendoza, se reciben entre dos y tres casos diarios de maltrato infantil. Los signos son claros: retraimiento, tristeza profunda, agresividad, rechazo al contacto físico. Pero lo más doloroso es que muchos de estos niños no saben cómo nombrar lo que les ocurre. No tienen las palabras, ni el espacio, ni la confianza para hacerlo.

Y es que en República Dominicana, aún persiste la idea de que el castigo físico es parte de la crianza, que la obediencia se impone con miedo, que los niños deben “aguantar” porque “así crecimos todos”. Pero esa normalización del maltrato está dejando huellas profundas. Estamos criando generaciones que aprenden a desconfiar, a esconder sus emociones, a sobrevivir en lugar de florecer.
La salud mental infantil no es un tema secundario. Es el cimiento de una sociedad sana, empática y resiliente. Si no atendemos hoy el sufrimiento silencioso de nuestros niños, mañana enfrentaremos adultos rotos, relaciones violentas, instituciones frágiles.
¿Qué podemos hacer?
🧡 Observar más allá del comportamiento. Un niño agresivo no siempre es “malcriado”; puede estar pidiendo ayuda.
🧡 Escuchar sin juzgar. Validar sus emociones, permitirles expresarse sin miedo.
🧡 Crear entornos seguros: hogares sin violencia, escuelas con contención emocional, comunidades que abracen.
🧡 Promover políticas públicas que prioricen la salud mental, con formación docente, atención psicológica accesible y campañas de sensibilización.
Desde La Hora del Sur, hacemos un llamado urgente a todos los sectores: instituciones públicas, medios de comunicación, líderes comunitarios, familias. No permitamos que el dolor infantil se vuelva paisaje. No miremos hacia otro lado. Cada niño merece crecer sin miedo, con amor, con oportunidades reales de bienestar.
Porque un niño que no habla, está diciendo algo. Y un país que no lo escucha, está fallando en lo más esencial.