#LaHoraDelEntrenimiento
Por Máximo Cury
En Puerto Rico 🇵🇷, el reguetón dejó de ser solo ritmo para convertirse en política cultural, motor económico y símbolo de identidad. La residencia de Bad Bunny en el Coliseo José Miguel Agrelot no fue simplemente una serie de conciertos: fue un fenómeno que generó cerca de 400 millones de dólares en impacto económico, 46,000 reservas hoteleras, 3,642 empleos directos y un aumento del 7% en el PIB de la isla.
Pero el “efecto Bad Bunny” va más allá de las cifras. Es una narrativa de pertenencia, visibilidad y poder simbólico. En un país históricamente marginado en los mapas de la industria global, Benito Martínez Ocasio logró lo impensable: convertir su música en un catalizador de turismo, orgullo nacional y conversación internacional.
🌍 Cultura glocal: de lo local a lo global

Bad Bunny no solo canta en español; canta desde Puerto Rico, con sus códigos, sus dolores y sus símbolos. Su lírica ha sido utilizada en protestas en Chile, Palestina y España B. Su estética ha revalorizado elementos como la “pava” campesina, que ahora se luce con orgullo en festivales y conciertos A. Su presencia en medios como Time —con portada en español— marca un hito en la representación latina en espacios tradicionalmente anglosajones.
💼 Benchmark institucional
Para los gestores culturales y autoridades turísticas, el fenómeno Bad Bunny representa un benchmark: demuestra que el Caribe puede ser sede de eventos de escala mundial sin perder su autenticidad. La experiencia extendida —playas, gastronomía, vida nocturna— convirtió el concierto en una plataforma de promoción integral del destino.
📈 ¿Y República Dominicana?
El 6% de los visitantes extranjeros que asistieron a la residencia provenían de países como República Dominicana. Esto abre una ventana estratégica: ¿cómo podemos replicar este modelo de impacto cultural y económico en nuestro país? ¿Qué artistas, espacios y narrativas pueden convertirse en motores de transformación?