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Por la Redacción de La Hora del Sur
En la entrega más reciente de La Semanal con la Prensa, celebrada el lunes 28 de julio desde el Palacio Nacional, el presidente Luis Abinader compartió una serie de declaraciones que delinean el rumbo de dos reformas clave en la agenda del país: la laboral y la fiscal. A diferencia de encuentros anteriores, el tono del mandatario se centró en la consolidación de consensos más que en el anuncio de medidas inmediatas.
Este abordaje ocurre en un contexto marcado por la expectativa del sector empresarial, la cautela sindical y la entrada reciente de Magín Díaz como nuevo ministro de Hacienda, tras su juramentación hace dos semanas. La coyuntura deja entrever un momento de ajustes estratégicos en el que el Ejecutivo parece decantarse por la prudencia institucional como método de avance.
Reforma laboral: cesantía como columna vertebral del consenso
Uno de los temas más comentados fue la decisión de mantener intacto el régimen de cesantía en la reforma al Código Laboral. Según Abinader, existe una coincidencia entre el Gobierno, los trabajadores y el sector empresarial sobre la preservación de este derecho, considerado por los sindicatos como una conquista histórica.
El mandatario indicó que el anteproyecto está consensuado en más del 90 %, quedando solo ajustes menores para ser presentados en la próxima legislatura. Este nivel de acuerdo podría representar un hito en el proceso de diálogo tripartito, donde tradicionalmente han prevalecido los desacuerdos.
Desde una perspectiva histórica, la cesantía ha sido vista como un instrumento de equilibrio frente a prácticas laborales abusivas. ¿Consolida este consenso un nuevo tipo de relación entre los actores sociales? ¿Podrá este punto de encuentro traducirse en políticas más inclusivas y menos polarizadas?
Reforma fiscal: cautela frente a la presión estructural
En cuanto a la reforma fiscal, Abinader fue claro al expresar que aún no ha discutido el tema con el nuevo ministro de Hacienda. Esta pausa se interpreta como una medida de prudencia luego de que el anteproyecto anterior fuera retirado en 2024, tras una ola de críticas por parte de diversos sectores.
No obstante, el presidente no descartó que el tema se retome, aunque dejó en evidencia que cualquier avance dependerá del diagnóstico técnico que haga Magín Díaz. Esta espera sugiere una intención de reconstruir el debate desde una perspectiva más sólida, evitando la improvisación.
Ante este escenario surgen inquietudes ciudadanas: ¿Cuál es el modelo tributario que mejor respondería a las necesidades del país sin agravar la carga del contribuyente? ¿Hay espacio para introducir reformas sin profundizar la desigualdad? ¿Está el nuevo ministro llamado a liderar un cambio estructural o a gestionar una coyuntura?
Los mensajes presidenciales reflejan un enfoque orientado hacia el diálogo como método, no como fin. Esta forma de gobernar, centrada en la consulta y el consenso, plantea interrogantes sobre la efectividad de la gestión en contextos que exigen decisiones urgentes. ¿Hasta qué punto este estilo evita conflictos o posterga soluciones necesarias? ¿Cómo puede la ciudadanía ejercer una participación activa si los debates no son públicos ni sistemáticos?

El balance del encuentro semanal muestra a un Gobierno que prioriza la prudencia y la concertación frente a las reformas más estructurales. Si bien no se anunciaron medidas concretas, sí se perfiló una hoja de ruta en la que el ritmo del cambio estará determinado por la posibilidad de sostener acuerdos sociales duraderos.
Este enfoque puede interpretarse como una señal de madurez democrática, pero también como una prueba de resiliencia institucional. En momentos donde la estabilidad económica y social está en juego, avanzar sin polarizar parece ser el desafío más complejo del liderazgo actual.